REALIDADES DEL III REICH
HANS KEHRL
La Alemania nacionalsocialista
“Nosotros, los americanos, llevamos ya casi ocho semanas en Alemania, y hemos encontrado un país y un pueblo completamente distintos de lo que esperábamos según nuestras informaciones. Pasarán todavía muchos años hasta que podamos adaptarnos plenamente a la realidad del pasado y del presente, y podamos entenderla. Tendrán que tener ustedes mucha paciencia, pues somos prisioneros de nuestra propia propaganda”.
En esta obra, el Director Ministerial alemán para asuntos económicos lanza afirmaciones contundentes. Por ejemplo, que el milagro económico alemán en época de Hitler se hizo realidad, porque se logró despertar en todo el país un optimismo activista, y se creó un clima de solidaridad general. Que para la financiación no se recurrió nunca a la máquina de imprimir billetes. Que la crisis económica y la miseria habían sido eliminadas. Asimismo, el segundo Plan Cuatrienal había llegado con éxito a su término: en sólo cinco años se había conseguido salvar al campesino alemán para que mantuviese las bases alimentarias y vitales de la Nación. ¡Y que la guerra no se contaba ciertamente entre las metas de la política exterior de Hitler! Los campesinos y la población agraria fueron de los primeros y más fervorosos partidarios de Hitler y, desde muy pronto, votaron en su mayoría por el NSDAP. Que el Partido se sentía absoluta e inequívocamente “anticapitalista”. Y expone el rápido éxito de la política del Gobierno para crear puestos de trabajo, que culminó hacia 1937 en el pleno empleo, la política social nacionalsocialista, y el afianzamiento del nivel nominal de los salarios. Que la mayor parte del dinero del NSDAP se había conseguido por medio de pequeñas y medianas aportaciones y no gracias a la gran industria. Que con la paz social estabilizada, se eliminaba drásticamente la miseria del paro, crecía la capacidad adquisitiva del dinero y subían continuamente la producción y la renta nacional. Era la Revolución Alemana.La popularidad de Hitler se encontraba en 1938-1939 muy cerca de su punto máximo, casi imposible de superar. Políticamente, y sin disparar un solo tiro, había logrado la unión plena del territorio de la margen izquierda del Rhin dentro de la soberanía del Reich, y la integración de Austria y del país de los Sudetes, que fueron aprobadas por todo el pueblo. El territorio del Sarre pertenecía nuevamente al Reich. El Frente del Trabajo, del Dr. Robert Ley, concibió un plan de amplias inversiones sociales. Y esto gracias a la historia de los centenares de miles de idealistas, que trabajaron para el Frente del Trabajo, la Sección Femenina, la Beneficiencia Popular, la Fuerza por la Alegria o la Obra Madre e Hijo. Alcanzaron, en sorprendente medida, el objetivo principal de la superación del concepto de lucha de clases, y la exclusión de la huelga como posible medio de pugna. “Nosotros, los nacionalsocialistas , mostrábamos menos reservas, menos zozobra y menos burocratismo, y posiblemente estábamos mejor dispuestos para asumir responsabilidades, teníamos más energía para sacar adelante los proyectos, más rapidez y quizás también un empeño más positivo. En el Tercer Reich, y no hay que darle vueltas, no hubo fascistas, ni estructuras de poder fascista, ni ninguna organización fascista. Hitler no llamó a la lucha de todos contra todos, sino que proclamó la comunidad “de todos los alemanes”. Su combate político iba dirigido contra la lucha de clases de las derechas y las izquierdas. Tenía por misión cerrar el abismo entre los trabajadores manuales e intelectuales, y despertar la conciencia social del pueblo”. Y algo muy importante: “Especialmente nosotros los nacionalsocialistas , éramos optimistas”. Era el auténtico socialismo alemán.
BIOGRAFIA DEL AUTOR
HANS KEHRL (nació el 8 de Septiembre de 1900 en Brandeburg junto al Havel - Falleció el 26 de abril de 1984 en Grafenau, Württemberg). Empresario alemán y Jefe Económico en la época nacionalsocialista. Descendiente de una familia de funcionarios y fabricantes. En 1926 se hizo cargo de la fábrica textil paterna. En 1933 fue nombrado Presidente de la Cámara regional de Industria y Comercio y Consejero económico del Gau (región) de Kurmark del NSDAP (Partido Nacionalsocialista) . Durante los años 1935 y 1936 fue íntimo colaborador de Wilhelm Keppler, el entonces Delegado del Führer y Canciller del Reich para Asuntos Económicos. En 1936 y 1937 fue jefe de negociado del Departamento de Materias Primas y Combustibles Alemanes, dentro de la Organización del Plan Cuatrienal. En 1938 ascendió a Jefe de la Sección de Asuntos Especiales en el Ministerio de Economía. Durante 1938 y 1939 le fue encomendada la integración económica en el Reich de Austria, los Sudetes y el protectorado de Bohemia y Moravia y las provincias del Este. En 1942 fue nombrado jefe del Departamento Central de Industria y desde 1943 jefe del Departamento de Materias Primas en el Ministerio de Speer. Fue condenado a 15 años de cárcel pero puesto en libertad en 1951, desde cuya fecha trabajó como consultor de empresas. Es autor de “Krisenmanager im Dritten Reich” (Experto para casos críticos en el III Reich) en 1973, de cuya obra el presente trabajo es un resumen, y “Marktwirtschaft morgen” (El porvenir de la economía de mercado) en 1975.
lunes, julio 14, 2008
miércoles, abril 16, 2008
martes, noviembre 20, 2007
Hitler Jugend -los comienzos- cap.1
Aquellos que sienten interés por el 3° Reich, especialmente los que nacieron después de la segunda guerra mundial, se ven obligados a plantearse la misma pregunta: ¿Cómo pudieron seguir a Hitler millones de jóvenes alemanes? Esta pregunta jamás se puede contestar de manera absoluta, y la opinión mas común es la de que los nacionalsocialistas, y especialmente la juventud que se vio atraída al nacionalsocialismo, eran racistas, estaban equivocados o habían sido engañados o quizás, se trataba de una combinación de todas estas circunstancias. Sin embargo, millones de jóvenes, tanto voluntariamente como involuntariamente, se unieron a la Juventud Hitleriana y combatieron por ella durante el conflicto, lo que resulta más significativo: abrazaron su tarea con entusiasmo.
Sería ridículo y antihistórico llegar a la conclusión de que rodos estos millones de jóvenes fueron envueltos y desviados del camino recto por una maquinaria propagandística que los inspiraba y urgía sin descanso desde la escuela a las filas de la milicia. Hay muchas personas ingenuas y manejables en el mundo y en Alemania, pero, ¿podían haber sido todas tan inocentes, tan manejables?
En 1939 había ocho millones de jóvenes, de los 10 a los 18 años de edad, encuadrados en la Juventud Hitleriana. La religión ha sido una fuerte característica ideológica de los hogares alemanes. ¿Cómo podían estos muchachos conciliar el cristianismo con el nacionalsocialismo?
El anhelo de hallar una solución de compromiso entre una Alemania crecientemente fea e industrializada por una parte, y la exquisita y fantasmalmente bella campiña alemana, por la otra, llevó a muchas personas de distintas religiones y orígenes sociales a trabajar por un régimen que prometía, y lo cumplió, pleno empleo, así como una síntesis entre una sociedad industrial moderna y las tradiciones populares, ennoblecidas por el tiempo del pasado alemán.
El Nuevo Orden hablaba de renovación nacional, de renovación del orgullo nacional y de unidad nacional de todos los grupos frente a la humillación que supuso para el país la derrota en la primera guerra mundial y los vagos, y ampliamente incumplidos ideales democráticos de la república de Weimar.
El movimiento juvenil alemán era popular antes de 1933. Al igual que la industria y la política nacionales, los movimientos de la juventud en el período de la preguerra y en los años 20.
Un organismo saludable y una mente sana constituían los ideales atenienses que Hitler prometía revivir en la Hitler Jugend. La masiva organización, construida bajo Baldur von Schirach, conquistó el autentico apoyo de los jóvenes alemanes, muchos de los cuales rechazaban la adquisividad burguesa de sus mayores. La consagración desinteresada al país de uno, parecía mucho más atractiva que un materialismo que daba la impresión de haber traído privilegios para unos pocos que no lo merecían, y desorganización nacional y extendido desempleo para mucha gente trabajadora en Alemania. Los líderes para la generación siguiente recibían su instrucción en las Escuelas Adolf Hitler.
Aunque, desde sus comienzos, el movimiento nacionalsocialista solicitó el apoyo de la juventud alemana, la verdadera iniciativa no procedió del propio Hitler, o, para este asunto, de cualquiera de sus subordinados directos. Vino de un hombre desconocido, de un tal Gustav Adolf Lenk, de oficio barnizador de pianos, nacido en Munich el 15 de octubre de 1903. Después de la guerra, durante los acontecimientos revolucionarios muniqueses de 1919, se unió al “Movimiento Nacional de la Juventud Alemana”, pero gradualmente desaprobó el carácter de clase media que parecía desarrollarse en este concreto movimiento juvenil.
Oyente de cierto número de discursos que Hitler pronunció en la Feldherrnhalle y en la Hofbräuhaus de Munich, fue uno de los primeros conversos al nacionalsocialismo, a cuyo movimiento se unió a principios de diciembre de 1921. Apenas en posesión del carnet de afiliado, empezó a dirigir memorándum directamente a Hitler y a Drexler, uno de los fundadores del NSDAP, subrayando la necesidad urgente de fundar bajo sus auspicios una organización, y la de la SA, o sección de asalto.
Hitler no precisaba de mucha persuasión y, en una circular publicada en Munich el 22 de febrero, y dirigida a las secciones y subsecciones del NSDAP y la SA, declaraba: A causa del aumento de las consultas llegadas a la jefatura del partido preguntando si el movimiento tenía su propia sección juvenil, hemos decidido crear la necesaria organización con el fin de fundar la referida sección. Los estatutos del partido en modo alguno son un impedimento para ello; por el contrario, incluyen provisiones implícitas para esta medida.
La organización de la sección juvenil será llevada a cabo por la STURMABTEILUNG (SA sección se asalto), que inmediatamente elaborará con detalle estatutos organizativos, los cuales, a su terminación, serán enviados a las Ortsgruppen individuales (distritos locales) del partido.
Por lo tanto, a partir de ahora, toda la correspondencia relativa a la sección juvenil habrá de dirigirse al cuartel general de la SA (Administración del NSDAP). Sturmabteilung, Munich 13, Corneliustrasse nro. 12
Esta circular fue seguida por una proclama pública “A la Juventud Alemana”, publicada en el órgano oficial del partido, el Voelkischer Beobachter, el 18 de marzo de 1922, en la que Hitler pedía la creación de un movimiento juvenil del NSDAP. El partido ha creado ahora un Movimiento Juvenil del Parido Nacional Socialista de los Trabajadores, cuyo fin es reunir a todos nuestros partidarios jóvenes que, debido a su corta edad, no pueden ser aceptados todavía en las filas de las Tropas de Asalto.
Pedimos que la juventud nacionalsocialista, y todos los demás jóvenes alemanes, cualquiera que fuere su clase u ocupación, de edades comprendidas entre los 14 y 18 años, cuyo corazón sienta los sufrimientos y penalidades de la madre patria, y que posteriormente deseen unirse a las filas de los luchadores contra el enemigo judío, único causante de la presente vergüenza y dolor, ingresen en el “Movimiento Juvenil del NSDAP.
A fin de permitir también que los jóvenes alemanes más pobres se incorporen a los movimientos juveniles, no estableceremos cuota de afiliado. Esperamos y confiamos, sin embargo, en las generosas contribuciones de los miembros del partido con mayores medios.
Rudolf Kastell
Tomado del libro “La Juventud Hitleriana” de H. Koch. Editorial española
Sería ridículo y antihistórico llegar a la conclusión de que rodos estos millones de jóvenes fueron envueltos y desviados del camino recto por una maquinaria propagandística que los inspiraba y urgía sin descanso desde la escuela a las filas de la milicia. Hay muchas personas ingenuas y manejables en el mundo y en Alemania, pero, ¿podían haber sido todas tan inocentes, tan manejables?
En 1939 había ocho millones de jóvenes, de los 10 a los 18 años de edad, encuadrados en la Juventud Hitleriana. La religión ha sido una fuerte característica ideológica de los hogares alemanes. ¿Cómo podían estos muchachos conciliar el cristianismo con el nacionalsocialismo?
El anhelo de hallar una solución de compromiso entre una Alemania crecientemente fea e industrializada por una parte, y la exquisita y fantasmalmente bella campiña alemana, por la otra, llevó a muchas personas de distintas religiones y orígenes sociales a trabajar por un régimen que prometía, y lo cumplió, pleno empleo, así como una síntesis entre una sociedad industrial moderna y las tradiciones populares, ennoblecidas por el tiempo del pasado alemán.
El Nuevo Orden hablaba de renovación nacional, de renovación del orgullo nacional y de unidad nacional de todos los grupos frente a la humillación que supuso para el país la derrota en la primera guerra mundial y los vagos, y ampliamente incumplidos ideales democráticos de la república de Weimar.
El movimiento juvenil alemán era popular antes de 1933. Al igual que la industria y la política nacionales, los movimientos de la juventud en el período de la preguerra y en los años 20.
Un organismo saludable y una mente sana constituían los ideales atenienses que Hitler prometía revivir en la Hitler Jugend. La masiva organización, construida bajo Baldur von Schirach, conquistó el autentico apoyo de los jóvenes alemanes, muchos de los cuales rechazaban la adquisividad burguesa de sus mayores. La consagración desinteresada al país de uno, parecía mucho más atractiva que un materialismo que daba la impresión de haber traído privilegios para unos pocos que no lo merecían, y desorganización nacional y extendido desempleo para mucha gente trabajadora en Alemania. Los líderes para la generación siguiente recibían su instrucción en las Escuelas Adolf Hitler.
Aunque, desde sus comienzos, el movimiento nacionalsocialista solicitó el apoyo de la juventud alemana, la verdadera iniciativa no procedió del propio Hitler, o, para este asunto, de cualquiera de sus subordinados directos. Vino de un hombre desconocido, de un tal Gustav Adolf Lenk, de oficio barnizador de pianos, nacido en Munich el 15 de octubre de 1903. Después de la guerra, durante los acontecimientos revolucionarios muniqueses de 1919, se unió al “Movimiento Nacional de la Juventud Alemana”, pero gradualmente desaprobó el carácter de clase media que parecía desarrollarse en este concreto movimiento juvenil.
Oyente de cierto número de discursos que Hitler pronunció en la Feldherrnhalle y en la Hofbräuhaus de Munich, fue uno de los primeros conversos al nacionalsocialismo, a cuyo movimiento se unió a principios de diciembre de 1921. Apenas en posesión del carnet de afiliado, empezó a dirigir memorándum directamente a Hitler y a Drexler, uno de los fundadores del NSDAP, subrayando la necesidad urgente de fundar bajo sus auspicios una organización, y la de la SA, o sección de asalto.
Hitler no precisaba de mucha persuasión y, en una circular publicada en Munich el 22 de febrero, y dirigida a las secciones y subsecciones del NSDAP y la SA, declaraba: A causa del aumento de las consultas llegadas a la jefatura del partido preguntando si el movimiento tenía su propia sección juvenil, hemos decidido crear la necesaria organización con el fin de fundar la referida sección. Los estatutos del partido en modo alguno son un impedimento para ello; por el contrario, incluyen provisiones implícitas para esta medida.
La organización de la sección juvenil será llevada a cabo por la STURMABTEILUNG (SA sección se asalto), que inmediatamente elaborará con detalle estatutos organizativos, los cuales, a su terminación, serán enviados a las Ortsgruppen individuales (distritos locales) del partido.
Por lo tanto, a partir de ahora, toda la correspondencia relativa a la sección juvenil habrá de dirigirse al cuartel general de la SA (Administración del NSDAP). Sturmabteilung, Munich 13, Corneliustrasse nro. 12
Esta circular fue seguida por una proclama pública “A la Juventud Alemana”, publicada en el órgano oficial del partido, el Voelkischer Beobachter, el 18 de marzo de 1922, en la que Hitler pedía la creación de un movimiento juvenil del NSDAP. El partido ha creado ahora un Movimiento Juvenil del Parido Nacional Socialista de los Trabajadores, cuyo fin es reunir a todos nuestros partidarios jóvenes que, debido a su corta edad, no pueden ser aceptados todavía en las filas de las Tropas de Asalto.
Pedimos que la juventud nacionalsocialista, y todos los demás jóvenes alemanes, cualquiera que fuere su clase u ocupación, de edades comprendidas entre los 14 y 18 años, cuyo corazón sienta los sufrimientos y penalidades de la madre patria, y que posteriormente deseen unirse a las filas de los luchadores contra el enemigo judío, único causante de la presente vergüenza y dolor, ingresen en el “Movimiento Juvenil del NSDAP.
A fin de permitir también que los jóvenes alemanes más pobres se incorporen a los movimientos juveniles, no estableceremos cuota de afiliado. Esperamos y confiamos, sin embargo, en las generosas contribuciones de los miembros del partido con mayores medios.
Rudolf Kastell
Tomado del libro “La Juventud Hitleriana” de H. Koch. Editorial española
miércoles, octubre 10, 2007
Un pensamiento de nuestro führer
"Ha de ser propósito del Estado popular dirigir su tarea educativa nó para el mero fin de la transmisión del conocimiento, sino para criar y adiestrar cuerpos sanos.
La educación de las facultades intelectuales representa únicamente una meta secundaria. Pero aquí, una vez más, hay que poner en relieve, sobre todo, la empresa de modelar y formar el carácter, especialmente para desarrollar la fuerza de voluntad y la capacidad de tomar decisiones, junto con un pronunciado sentido de la responsabilidad. La instrucción científica y humanística ocupa el último lujar... un hombre de pequeños logros intelectuales, pero físicamente sano, de carácter bueno y estable, capaz de ejercer su fuerza de voluntad y dispuesto a tomar decisiones responsables, es mucho más valioso, como miembro y como valor de la comunidad nacional, que una criatura débil altamente preparada"
Adolf Hitler, 1924
La educación de las facultades intelectuales representa únicamente una meta secundaria. Pero aquí, una vez más, hay que poner en relieve, sobre todo, la empresa de modelar y formar el carácter, especialmente para desarrollar la fuerza de voluntad y la capacidad de tomar decisiones, junto con un pronunciado sentido de la responsabilidad. La instrucción científica y humanística ocupa el último lujar... un hombre de pequeños logros intelectuales, pero físicamente sano, de carácter bueno y estable, capaz de ejercer su fuerza de voluntad y dispuesto a tomar decisiones responsables, es mucho más valioso, como miembro y como valor de la comunidad nacional, que una criatura débil altamente preparada"
Adolf Hitler, 1924
miércoles, mayo 23, 2007
TESTIMONIO DE JUANA ROSA MILITZ:
"ASÍ LLEGUÉ HASTA ADOLF HITLER"
Testimonio de una joven chilena que en el año 1938 entrevistó personalmente a Adolf Hitler en su despacho de la Cancillería del Reich en Berlín, texto editado en Chile en 1990 y 2000 por las editoriales Asgard y Curiñacu, tomadas de versión realizada por Franz Pfeiffer.
¿QUIEN FUE JUANA ROSA MILITZ?
Juana Rosa nació en un poblado cercano a Valdivia, Chile, en 1912, falleciendo su madre a los pocos días. Su padre, un jornalero, desapareció sin dejar rastro entregándola en adopción a unos campesinos alemanes que le pusieron su apellido, Militz.
Su infancia estuvo plena de dificultades, ya que un incendio y las malas cosechas obligaron a sus padres adoptivos a buscar otros y mejores horizontes y trasladarse a diferentes pueblos y ciudades. De todas maneras, se preocuparon en todo momento de su instrucción, lo que le permitió gozar más tarde de una amplia cultura general y dedicarse a labores de enfermería. Además también aprendió el castellano y el alemán a la perfección.
En 1929, el matrimonio Militz volvió a Alemania, gracias a una herencia, llevando consigo a Juana Rosa. Se radicaron en Radwitz, en Prusia Oriental, en una pequeña granja, donde en un comienzo todo pareció marchar perfectamente. Se ocuparon de la producción y reparto de leche. Incluso hasta antes de su muerte Juana Rosa aun recordaba con nostalgia la ardua labor que dicho trabajo representaba, sobre todo el traslado en carreta hasta la ciudad y la venta de leche y queso.
La crisis Mundial Económica, sin embargo, también se hizo sentir en Radwitz y nuevamente para la familia Militz sobrevino la ruina, vendieron hasta lo último que les fue quedando y emigraron al Oeste.
Juana sumó así un nuevo golpe ya que un accidente la dejo definitivamente huérfana y entregada a su suerte, debiendo muchas veces pernoctar al aire libre y sobrevivir gracias a instituciones de caridad. Pero su empuje le permitió conseguir un empleo como enfermera en un pequeño hospital, donde se destacó pronto por su gran capacidad.
En 1932 con la llegada del Nacional Socialismo ingresó al partido, pasando a formar parte de una formación auxiliar que empleaba voluntarios para ayudar a los campesinos (“Volkswohlfahrt”).
Durante la guerra Juana Rosa estuvo luchando junto a tropas alemanas en pleno Ártico contra los rusos a cargo de un hospital de campaña. Fue secretaria de Comunicaciones en la central de la Luftwaffe y Miembro de la Cruz Roja, además de muchas otras actividades que realizaba incansablemente y con una voluntad grandiosa.
El final de la guerra la encontró entre una compañía en una caverna del frente en Noruega, en medio de heridos y prisioneros. La orden de suspender la hostilidades llego hasta su oficial superior solamente un mes después del 8 de mayo, originándose una extraña caravana que logró llegar hasta Suecia.
A pesar de su enfermedad a finales de su vida por medio del Cda. Franz Pfeiffer logró poner por escrito sus recuerdos y finalmente, con breves correcciones, aprobó el presente documento que presentamos.
"ASÍ LLEGUÉ HASTA ADOLF HITLER"
"Te he contado que durante toda mi vida he salido de cuanto apuro me he encontrado gracias a cierto tipo de don especial una mezcla de simpatía espontánea que muchos sienten al tratar conmigo y esa tozudez que me caracteriza que quizás ya hayas comprobado en mi correspondencia. Parece que desconcierto pues parezco siempre de ánimo y humor a pesar de lo azaroso de mi vida. Por otra parte, esto parece conservarme joven, algo que siempre comentan otras personas de mi edad; no te olvides mi querido y respetado Cda. Pfeiffer que, a veces, suelo coger la bicicleta de un vecino y partir riendo en ella por las calles del pueblecito una viejecita de 76 años..."
Bien, esa forma de ser creo que fue determinante aquel día en que, tras haber probado por varias semanas en las mas distintas oficinas e instancias mi suerte, decidí que "Hoy" hablaría con el Führer y nadie podría impedírmelo. Salvo él mismo, por supuesto.
Era muy temprano. Me coloqué mi mejor uniforme del partido, repasé mi aspecto general. Hablando con vecinos y el portero, ensayé expresiones faciales, etc. Por fin, cogí una cartera que repleté de documentos y, sin pensarlo más, hice parar un taxi, anunciando con voz autoritaria:
-¡Zur Reichskanzlei! (¡A la cancillería del Reich!)
El pobre conductor prefirió no hacer comentarios, limitándose a conducir raudamente hasta que, bastante pronto, nos detuvimos efectivamente en la calle Hermann Goring. Enfrente vivía el Ministro de Propaganda, Dr. Goebbels y un poco más allá, Joachim von Ribbentrop, de Relaciones Exteriores, de manera que pude ver gran cantidad de guardias uniformados y hasta deleitarme con los acordes de himnos y pequeños desfiles habituales de cambios de guardia. Eran apenas las nueve de la mañana, pero el ajetreo de ordenanzas y el arribo de automóviles oficiales o particulares era intenso; ello mostraba que la holgazanería que los Militz viésemos años atrás en un viaje desde Prusia, era desconocida en el Berlín nacional socialista.
Pero no me di tiempo para observar el panorama más detenidamente, pagué aprisa al taxista y corrí por la escalinata, al fondo de la cual sabía yo que estaba la entrada oficial a la Cancillería. Me faltó un poco la respiración y apenas logré sonreír, al ser cogida de un brazo por un ágil joven de uniforme negro, que me levanto en vilo, antes de que pudiera avanzar o también caerme de bruces.
Medía unos dos metros. "Es capaz de poner fuera de combate a un toro, con un solo puñetazo", me dije. Es que necesito alcanzarle, -balbuceé finalmente.- Se me olvidaron algunos documentos. Pues el señor subsecretario ya entró hace cinco minutos y es muy tarde para usted. Comentó él, como lamentándose de mi mala suerte. De todas maneras, hizo una seña a un ayudante, tan imponente y agradable como él, indicándole me llevara adentro. Por supuesto que había una confusión. Al recurrir yo a la primera disculpa que se me había venido a la cabeza, no tenía idea alguna de quién había llegado antes que yo, pero, mi mentalidad práctica me obligó a hacer uso de esta coincidencia de inmediato. Se trata de algo muy urgente para mí y está en directa relación con el Führer... -dije, en forma suplicante, rogando a todos los dioses no tener que mentir otra vez. Esa, parece, la ultima moda por aquí. Todos los días sucede algo inesperado... En fin, veamos si te puedo ayudar, Cda. de partido, venga, los de recepción no son agradables, ya les haremos entender. Un hombre de civil, gordito y bajo, de amplios bigotes, me solicitó mis documentos, anotando cuidadosamente todos los detalles, luego con visible cuidado, echo un vistazo a mi cartera, fijó sus ojos en mí y asintió. No alcancé a darle las gracias, cuando un joven oficial pardo, muy elegante, me indicó:
- Vamos por este pasillo. Es como un atajo, mas largo quizás, pero con menos complicaciones. Meissner acaba de salir de su oficina por unos momentos, de manera que no notara que usted llegó tarde a la conferencia. En realidad...
Me inspiraba tanta confianza, que quise decirle toda la verdad. ¡Quizás sea una idiota mas, pero he venido porque deseo ver al Führer! -logré decir, por fin.
Naturalmente. Todo el mundo quiere ver hoy al Führer. Así de simple. No me diga que también trae alguno de esos planes extraordinarios con que se nos vuelven locos... -rió fuertemente.- ¿Qué tal si mejor volvemos a la ventanilla adecuada y usted solicita una audiencia, como debe ser?.
- Acaba usted de confirmarme que hay millones que quieren ver y hablar con el Führer... No quisiera estar en el pellejo de los funcionarios encargados de las solicitudes. No, yo quiero verlo Hoy.
Ante mi pose determinante, optó por el humor.
- Muy bien, si usted se compromete a cenar hoy conmigo, entonces veré que podemos hacer. Claro que no puedo asegurar nada.
- Prometido. Y dejo el restaurante a su elección.
Sus profundos ojos azules me resultaban definitivamente como los de una persona honesta y simpática.
- Es un acuerdo solemne entonces. A las ocho en el Kurfuerstendamm. Venga, puede que tengamos éxito, ya que conozco a Adolf Hitler hace mucho tiempo, soy antiguo miembro del partido. Fíjese bien, caminaremos discretamente hasta donde están aquellos SS, es una de las antesalas de la oficina del Canciller mismo. En el momento que se abra esa puerta, tenemos que encontramos matemáticamente a un par de pasos de distancia; no nos apresuremos ni nos detengamos. Esté lista para saltar, si es necesario. Espere unos segundos.
Se acercó hacia uno de los guardias, a quien mi nuevo amigo palmoteó la espalda y quien, cuadrado como una estatua, no dejó de sonreír.
Todo sucedió en forma inesperada. La alta puerta se abrió de pronto, todos adoptaron la posición firmes y surgió un pequeño civil, un mozo de librea y dos tres militares de uniforme extranjero, tras ellos distinguí nada menos que a Rudolf Hess y entonces... a Adolf Hitler, que se despedía de un diplomático, que mantenía su sombrero de copa en la mano izquierda, con evidentes deseos de deshacerse de él. Mi amigo se hizo de un lado, procurando, de todas maneras, mantenerse lo más cerca posible de la puerta, mientras me hacía un impaciente guiño de alerta.
El Führer permaneció por un breve instante en el umbral y ahí tuve la gran oportunidad. Fue cosa de segundos; él pareció comprender la situación; seguramente no era la primera vez.
Al darse vuelta la comitiva, alejándose, miró fijamente a mi guía pardo y esperó. Luego dirigió su vista hacia mí, sus ojos parecieron penetrarme y luego hizo algo como un mohín de aprobación.
Vestía su tradicional uniforme del partido, aunque me di cuenta de inmediato que no llevaba botas; su figura era imponente, elegante su rostro, bastante más fino y expresivo que el de las fotos de siempre; irradiaba una inusitada tranquilidad y parecía sentirse muy a gusto. Sin duda, la reciente entrevista había sido agradable. Por fin exclamó:
Hola, Lingmann, usted siempre con estas sorpresas. ¡No me venga con cosas, quiero saber qué desea esta simpática y joven dama!
Quise levantar el brazo y hacer el saludo reglamentario, pero al mismo tiempo pensé en una venia y la inclinación característica aprendida en la sección femenina del N.S.D.A.P. No llegué a nada, pues el canciller me extendía la mano y se empujaba suavemente al interior de la imponente sala, sin tomar en cuenta mis entrecortadas explicaciones.
El recinto era enorme. Al fondo divisé un imponente escritorio, todo tipo de sillones, un exquisito mobiliario y un gran retrato del Rey Federico II, El Grande. No había grandes lujos pero se destacaba el buen gusto, el orden artístico, iluminado todavía por la tenue luz del sol que entraba a través de los grandes ventanales. Eso me hizo recordar que era todavía bastante temprano y que el Führer estaba acostumbrado a un horario muy especial.
No sé como me encontré, súbitamente, sentada frente a él. Sentía un escalofrío inusitado y los nervios me jugaban una mala pasada por primera vez en mi vida.
- Muy bien,-dijo lentamente.- ¿Qué es lo que tiene en mente?
Parecía divertirse mucho con la situación. Mientras los ayudantes el mismo Lingmann habían desaparecido, sin que yo me percatara.
-Mi Führer, he querido conocerle personalmente. Reconozco que soy una chiflada al interrumpir su trabajo en una forma como esta.
- Nada de eso, mi joven amiga, nada es más grato para mí que poder despejar mi mente por algunos minutos con alguien honesto. Supiera usted toda la cháchara de formalidades que he de soportar todo el día y parte de la misma noche, asuntos que no conducen a nada. En usted veo esa vitalidad y audacia que ya se quisieran unos cuantos que me rodean. ¿Pero usted no es propiamente alemana, verdad?.
Le informé, lo más brevemente que pude sobre mi origen.
- Chile. Me dijo. Ajá, ese largo país en Sudamérica. El año pasado enviaron una delegación que me impresionó mucho. Algo hay de semejante en el carácter. Si no me equivoco, incluso hay allá un Movimiento Nacionalsocialista muy importante.
-Sí, aunque, por supuesto, tiene una larga lucha por delante y también ha corrido la sangre en enfrentamientos con los "rojos" (Comunistas).
- Desgraciadamente, es el precio que hay que pagar. Nuestra doctrina no es fácil de entender, teniendo en cuenta la increíble influencia de la prensa. Los judíos distorsionan todo, mienten de manera tal, que los ciudadanos son incapaces de creer que se le engaña todos los días, (qué mayor ejemplo es el vivido hoy, cuando la casi totalidad del planeta cree en el holocausto -nota del editor-).
- Sí, acá, en el Reich el público se enterara de las imbecilidades que se dicen de usted y las cosas que ha llevado a cabo, la gente se moriría de risa.
Al mirar hacia un ventanal Hitler exclamó:
- Aunque no lo crea, aquí mismo todavía tenemos que convencer a muchos compatriotas. ¡Ah, si nuestro Ministerio de Propaganda dispusiera de los medios en gran cantidad! Pero estamos limitados. Nuestros filmes, nuestras grabaciones, incluso las musicales son superiores en técnicas y calidad, pero no llegan a todas partes. Si hoy yo digo que tal cosa es blanca, mañana los judíos en Nueva York afirmaran que dije precisamente lo contrario. Naturalmente que usted debe conocer los trucos que se pueden emplear. Es que nuestros partidarios, a veces, son demasiados honestos y están abocados a desmentir únicamente.
Eso nos pone siempre a la defensiva y muy poco atacamos. Es una falla del pueblo alemán. Carece de esa picardía necesaria, como la tienen los franceses y nuestros amigos italianos, por ejemplo.
El Führer se había puesto serio, parecía como si discutiera consigo mismo y se hiciera críticas. De pronto, lanzó una carcajada, que procuró aminorar. Luego exclamó:
¡Ahora andan diciendo que los Nacionalsocialistas queremos matar a todos aquellos que no son altos, rubios, de ojos azules, etc.! Medio mundo lo cree. Nadie piensa que entonces tendríamos que liquidar a Himmler, al Dr. Goebbels, al Duce, al Emperador de Japón y unos cuantos aliados y amigos íntimos, para reemplazarlos por el Rey de Inglaterra o el mismo loco de Roosevelt. Sven Medin, ese genial explorador sueco me dijo que eso se había inventado precisamente durante una fiesta diplomática en Londres. (¿Qué pensaría de las idioteces y atrocidades que se dicen hoy en día? -nota del editor-).
Pero, quizás tomamos muy a la ligera esa propaganda y quizás encontremos unos cuantos buenos columnistas nuestros cine sepan hacer algo al respecto. Me han dicho que en Baviera hay últimamente algunos. En fin, es nuestro defecto. Es lo que sucedía antes de nuestra llegada al poder.
Ahora, claro, es fácil decir que simplemente nos demoramos doce años hasta que los electores entendieron, nuestros principios nos llevaron al triunfo, que había simplemente que ganar elección tras elección. Se olvidan de todas las trampas y sucios ataques que hubimos de soportar, de los desastres, que también existieron.
Traiciones inesperadas, sabotaje en las filas propias. En realidad, estamos hoy en esta magnifica posición sólo por nuestra firmeza, nuestro aguante. Hubo grandes hombres que un buen día lanzaron todo por la borda, aburridos por la incomprensión.
Pero, me interesa saber un poco de usted.
Muchas veces son las mujeres las que interpretan el verdadero sentir de la Nación. Aunque parezca lo contrario, siempre son más rebeldes. Y desconfiadas. Es natural; para la mujer primero esta la estabilidad de su hogar, el progreso de sus hijos. No sabe usted lo difícil que fue en los primeros años que ingresaran a nuestras filas las mujeres.
Los más decididos SA tenían en sus casas a los más enconados enemigos.
- Eso ha cambiado radicalmente, mi Führer.
- Por supuesto. Es que hemos cumplido. Hemos terminado con la pobreza, nuestras mujeres también pueden gozar de sus vacaciones, ser madre es un honor y no un problema económico, como antes. Y todo se basa en algo tan sencillo como el de restablecer el viejo orden natural: El hombre a sus funciones y la mujer a las suyas. Así lo practica en África el clan más primitivo, pero en nuestro tan alabado mundo occidental, las doctrinas disolventes se encargan de hacer creer que debe de hacerse lo contrario. Si se empieza por considerar a la persona por su dinero o poder que tiene, en vez de sus dotes personales, entonces ponemos el mundo de cabeza, nadie puede asombrase luego si los resultados son el caos. (Pensar que esto fue escrito hace más de 50 años y aun hoy tiene relevancia para nuestros conceptos de sociedad).
De cuando en cuando enfatizaba su pensamiento con rápidos movimientos de manos, sin apartar la vista de mí, como si esperara alguna reacción especial, quizás hasta una contradicción.
Quienes han afirmado que Adolf Hitler solía levantarse bruscamente, caminar a lo largo de la habitación y alzar la voz inusitadamente, mienten en forma deliberada o se refieren a alguna circunstancia especial, en que cualquiera puede alterarse por motivos normales.
Habíase inclinado hacia atrás y volvía a sonreír.
- Y bueno, aquí tenemos a una muchachita que se cuela sin más ni menos hasta mi oficina privada, simplemente porque desea verme de cerca. Atraviesa la guardia, desdeña a los graves señores que yo mismo estaba despidiendo en la puerta. Jajaja, verá los comentarios que hará a su presidente ese caballero del sombrero de copa. Me voy a permitir algo.
Cogió uno de los teléfonos y dijo: -¡Fotógrafo de prensa!
Al instante se abrió una puerta lateral y, a toda prisa, ingresó un fotógrafo uniformado, junto a mi amigo Linemann.
Disparó el flash varias veces.
- Llévesela inmediatamente a Hoffmann y al "Volkischer Beobachter". Lectura: "EL FÜHRER SE INFORMA PERSONALMENTE SOBRE LOS AVANCES E IDEAS DE LA JUVENTUD FEMENINA".
- ¡A su orden! Contestó el fotógrafo.
Volvió entonces a sentarse tranquilamente, mientras yo ya no cabía en mí: Eso significaba que al día siguiente figuraría en primera plana en los periódicos. Menudo asombro para todos mis amigos y camaradas.
- Prosigamos, hoy es un día espléndido. Solamente cosas rutinarias en el Ministerio de Agricultura, y con los campesinos no tengo problema alguno. Los entiendo muy bien. La mayoría de mis primeros partidarios eran campesinos o veterinarios. No temían represalias de los judíos, pues no necesitaban créditos ni prestamos. Si alguna máquina fallaba, siempre disponían de sus manos, si se enfermaba algún animal, recurrían al veterinario más próximo, al que pagaban bien. ¿Ve usted? Era el trabajo y la capacidad lo determinante, no el banco ni los prestamistas. ¿Ha tenido usted experiencia campestre?
- Mucha, mi Führer.
Le conté acerca de Chile, luego de nuestra granja.
- Entonces usted habrá podido ver cómo procuraron arruinar toda nuestra economía, los bellacos. Crearon desempleo artificial para aumentar el número de proletarios en las ciudades, consiguiendo así unir millones de buenos alemanes al servicio del Bolchevismo. ¿Sabe usted que Thalmann, el jefe Comunista, tenía listo un alzamiento y yo va entonces figuraba como primero en la nómina de los que debían ser fusilados? Ahora está a buen recaudo en un campo. Goering se encargó de el. Me dice que debe ganarse honestamente el sustento.
Osé entonces interrumpirlo, aunque ya había escuchado que tal actitud le molestaba pues le impedía llevar hasta el final su idea. Pero noté que no tuvo ninguna reacción de contrariedad, quizás algo de extrañeza.
- Mi Führer, la prensa extranjera y uno que otro ciudadano aquí mismo comentan que los campos son horribles prisiones y que se castiga duramente.
- Lo sé, desde luego que no se trata de una colonia de vacaciones, pero el trato es muy humanitario y el trabajo es pagado, cada cierto tiempo dejamos en libertad a muchos, que bajo el régimen anterior se hubieran consumido en la cárcel.
Acá nosotros no tenemos ahora calabozos con barrotes piedras, sino que amplias barracas al estilo militar. Los internos, de acuerdo con su trabajo, reciben, como dije, un salario, de manera que puedan alimentar a sus familias. Fíjese: En tres años solamente siete individuos han reincidido en delitos comunes, del total de diez mil que pusimos en libertad. Eso sí: hemos adoptado un sistema especial. Quien cumpla con su pena, queda totalmente libre, su pasado se olvida y se les considera otra vez como ciudadano, con todos los derechos inherentes. ¿Y qué muestran esos paladines de la democracia?. Acaso no llevan a la silla eléctrica o a las cámaras de gases cada semana a un par de gángsteres? ¿Donde están sus grandes reformas? Es cierto, en Munich se condenó a muerte hace dos meses a un individuo. Pero ahora pocos recuerdan que había asesinado a nueve personas y existía un real pánico. Con gente así no podemos ser blandos, por supuesto, el proceso fue corto y rápido.
Únicamente, que si tal cosa se hace en Alemania, entonces llueven las críticas y deformaciones.
Durante unos instantes permaneció en silencio. Parecía sentirse herido, tocado injustamente; pero; bien pronto retornó su actitud alegre.
- Dígame una cosa: ¿Cómo ve usted el desarrollo de nuestros niños? ¿Reciben una educación adecuada?
- Creo que esta generación va a ser la mejor de todos los tiempos, mi Führer. Durante los juegos Olímpicos pude observar cómo los extranjeros se maravillaban con el comportamiento de los niños; su cortesía, su verdadero entusiasmo por asistir a la escuela, por ejemplo.
- Debimos repartir muchísimos folletos explicativos, pues los desconfiados imaginaban simplemente una acertada organización propagandística. Por suerte, nuestra difusión fue exitosa y acertada.
- Pero: ¿aprenden lo que realmente necesitan y no simplemente esa cháchara a la que yo hago alusión en mi libro? He sostenido, que es inútil llenar las cabezas con teorías o conocimientos sin aplicación. ¿Ha cambiado eso?
- Es posible que queden unos viejos maestros que jamás podrán cambiar, pero son una ínfima minoría. Los textos de estudio demuestran qué no sólo es fácil aprender cosas útiles, sino que también en forma amena. El cambio de mentalidad es muy natural en muchachos y muchachas. Interviene, por supuesto, el hecho de que ya no hay diferencias socio-económicas.
Este comentario satisfizo a Adolf Hitler más que cualquier otra de mis intervenciones.
- Sí, cada cual recibe la enseñanza y con todas las ventajas que podamos conseguir. Entonces se destaca aquel alumno por sus reales condiciones innatas. Es uno de los mayores logros del Nacional Socialismo, el de haber logrado unir al pueblo en torno a un ideal común, desterrando todas esas rivalidades que surgían por influencias extrañas. Nuestras Jóvenes, por ejemplo, hoy no se pintan ni maquillan, ni se disfrazan según la famosa "moda". ¡Y es tan bello observarías en su aspecto natural! ¡Cuántas divisas se dilapidaban antes únicamente en la importación de pastas y menjunjes inútiles! Basta con comparar las revistas norteamericanas con las nuestras. Por allá las mujeres parecen usar máscaras y llegan a los sacrificios para vestirse en forma por lo demás incómoda.
Ahora no hablemos de sus diversiones: música estridente, ajena a toda cultura definida. j Y no pararan allí! Infectarán a todos los pueblos de sana tradición, en el aspecto cultural. 58
Nuestros enemigos quieren la idiotez masiva, de manera que nadie piense por su cuenta. (las negritas son nuestras). Nosotros sabemos el daño que la moderna Psicología Judía puede inyectar. Es toda una Orquesta.
Entonces súbitamente se puso de pie y se levantó graciosamente de mi mullido sillón. Era el fin de la entrevista. Para mí había transcurrido una eternidad o apenas cinco minutos, no lo sabía.
Sin darme cuenta, me había instalado como si estuviera de visita en casa de viejos conocidos a dispusiera de largas horas de entretención. Poco a poco, había vuelto a mi tranquilidad habitual. El pareció buscar algo, miró sobre una pequeña mesa, pero descartó enseguida alguna idea.
- Me hubiera gustado darle algo, como recuerdo, dijo, pero supongo que esas cosas (señaló unas cajitas relucientes) no son aptas para usted. Se trata de encendedores y cigarreras; una genial idea de Goebbels: Así no necesitamos cada vez inventar alguna nueva medalla recordatoria. Como yo no fumo, a veces ni siquiera me acuerdo y es posible que haya ofendido a algún diplomático por no darle más. En fin, Meissner siempre sabe de esos detalles y los arregla.
Tras pulsar un botón, me acompañó lentamente hasta la gran puerta.
- Mi querida amiga. Ha sido un gran placer. Ya Lingmann se comunicará con usted. Ahora tengo que volver a mi trabajo.-dijo suavemente-, con un apretón de manos, que me hizo olvidar otra vez todo el protocolo que debía haber observado.
Entonces mi amigo del uniforme pardo, con amplia sonrisa, se plantó ante mí y yo apenas alcancé a ver como el Führer desaparecía.
Me sentí aturdida. Noté enseguida las miradas de los curiosos.
Vi incluso personal femenino, reconocí a la señora Gensie, de la oficina del Mariscal Goering.
Caminé muy erguida, silenciosa y lenta, por el corredor, mientras mil ideas y reproches me rondaban la cabeza. ¿Por qué ni siquiera le di las gracias? En tal instante. ¿Por qué no fui capaz de alargar el tema? ¿Qué impresión podría haberle causado yo? En fin, lo que nunca hubiera imaginado, aun conservo fresca en mi memoria toda la conversación y juraría que he puesto por escrito en perfecto orden todo lo hablado hace ya tantísimos años.
No me faltaron en mi vida las experiencias de toda índole, penosas y alegres, pero ninguna fue de la magnitud de la de aquella mañana en la Cancillería.
miércoles, abril 25, 2007
La Bandera. Para tu información.
Bandera de la Alemania Nacionalsocialista
La bandera de la Alemania Nacionalsocialista está compuesta de un fondo rojo en el que se inserta una esvástica negra inscrita en un círculo blanco.
Originalmente utilizada como el estandarte del Partido Nacionalsocialista Alemán de los trabajadores, luego de la elección de Adolf Hitler como Canciller en 1933, fue convertida en bandera co-oficial el 14 de marzo de 1933, junto a la bandera del antiguo Imperio Alemán.
La bandera fue diseñada por el propio Hitler según describe en su libro Mi Lucha, en el que narra el proceso de elección de una nueva bandera, después de que le hubieran presentado diversas propuestas: "Yo mismo, mientras tanto, luego de innumerables intentos, encontré un diseño final; una bandera con un fondo rojo, un círculo blanco y una esvástica negra en el medio. Tras varios ensayos, pude definir la proporción entre el tamaño de la bandera y el tamaño del círculo blanco, así como la forma y el grosor de la esvástica".
Un año después de la muerte del presidente Paul Hindenburg, con el que Hitler había mantenido un acuerdo sobre el uso de la bandera, el estandarte nazi fue adoptado oficialmente el 15 de septiembre de 1935 como la única bandera nacional de Alemania. Esta bandera se mantuvo hasta la rendición incondicional del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial, el 8 de mayo de 1945.
Significado de los colores:
Los colores negro, blanco, rojo son los de la bandera del Reich Alemán (1871-1918). El color rojo del fondo no se eligió "por la sangre", sino por ser muy vistoso en banderas y carteles, para provocar a socialistas y comunistas utilizando "su" color y también para simbolizar el ideal socialista del partido nacionalsocialista. El círculo blanco expresa la idea nacionalista, y la esvástica dextrógira negra la idea racialista.
Los colores negro, blanco, rojo son los de la bandera del Reich Alemán (1871-1918). El color rojo del fondo no se eligió "por la sangre", sino por ser muy vistoso en banderas y carteles, para provocar a socialistas y comunistas utilizando "su" color y también para simbolizar el ideal socialista del partido nacionalsocialista. El círculo blanco expresa la idea nacionalista, y la esvástica dextrógira negra la idea racialista.
martes, abril 24, 2007
Juramento
Yo, Rudolf Kast
En el año 118 del NS, he hecho mi juramento delante de mis camaradas, el 20 de abril, en el cumpleaños de nuestro Führer aunque el juramento lo tenía ya en mi alma, desde pequeño.
Te juro a tí
Adolf Hitler
Lealtad eterna
Con honor
Con valor
Con fé en el ideal
Nacionalsocialista
De donde proviene mi fuerza
Para luchar
Contra las fuerzas del mal.
Reafirmo mi voluntad
De continuar prodigándome
Por nuestra gloriosa causa.
Ante mis camaradas
Declaro hoy, como ayer:
HEIL HITLER !
En el año 118 del NS, he hecho mi juramento delante de mis camaradas, el 20 de abril, en el cumpleaños de nuestro Führer aunque el juramento lo tenía ya en mi alma, desde pequeño.
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